23/2/09

Inicio del Viaje: Recorriendo Perú






Nuestro viaje comienza desde la ciudad de Lima, Perú, donde llegamos en avión desde Bariloche, Argentina, el 9 de Enero del 2009.
Ya en el aeropuerto limeño, una funcionara de TAM, Vanesa, tuvo la amabilidad de guiarnos y nos dio información local de utilidad. Nos consiguió un taxi seguro y nos comentó las opciones para llegar a Cuzco.
Llegamos al hermoso barrio de Miraflores, a 25 km del aeropuerto (45 soles) y nos ubicamos en un hostel a dos cuadras de la plaza central. Ni bien nos acomodamos, salimos a recorrer la zona, y a comprar los aéreos a la legendaria ciudad de Cuzco. Encontramos una oficina de Lan a unas ocho cuadras, sobre la popular avenida Pardo. Con los tickets en mano, decidimos almorzar algo en un restaurant que encontramos. Aquí experimentamos una bebida local llamada "triple cola", una versión económica de la afamada y predilecta gaseosa local, la Inca Cola. Para nuestra sorpresa el restaurant era argentino, y comimos unos platos muy ricos y livianos. Con la panza llena (y el corazón contento), nos fuimos a caminar a la costa, donde abundan los parques llenos de flores, palmeras y distintas plantas. Encontramos un hermoso faro, y un grupo de gente al lado que ofrecían paseos en parapente, sobre volando la costa limeña. A pesar de nuestro espíritu aventurero, disfrutamos de ver los parapentes, con los pies en la tierra, y continuamos el paseo. Caminamos bastante y descendimos a la playa, donde vimos unas barquitas pesqueras en el horizonte que regresaban a puerto. Un gran número de gente estaba practicando surf y disfrutando las ultimas horas de sol del día.
Se hizo un poco tarde y debido a que la noche anterior no habíamos dormido por el viaje, volvimos al hotel a bañarnos y salir a cenar. Comimos abundantemente en un restaurant de comida China muy bueno, con un "Mandarin Chicken" riquísimo. Después de unas vueltitas por la plaza nos fuimos a dormir.
Una de las primeras cosas que advertimos en Lima, es que los taxis tocan dos veces bocina cuando te pasan cerca, para ofrecerte su servicio. Esto resulta extremadamente molesto si tenemos en cuenta el gran número de turistas que hay en la Cosmopolita Miraflores, y la gran cantidad de taxis que circulan por sus calles. La cultura comercial se basa en un regateo constante, para lo cual es bueno saber negociar los precios y conocer el verdadero precio de las cosas.
Al día siguiente desayunamos en el hostel vecino, y dimos una última vuelta antes de tomar un taxi al aeropuerto, y tomar el vuelo a Cuzco.
Al llegar, una mujer nos esperaba a la voz de "Señor Pablo!", lo que ni sirvió para chistes durante mucho tiempo. Nos llevó en una camioneta al hostel que nos habían recomendado, el "Luzerna", en Av. Baja, a dos cuadras del Mercado.
Cuzco es una ciudad muy peculiar, de calles angostas y gente muy humilde. En la plaza de armas encontramos un gran número de turistas, pero sobre todo argentinos, lo que nos sorprendió bastante. En las ferias predomina la famosa alpaca peruana, con lo que confeccionan todo tipo de indumentaria, desde gorros y bufandas a sweaters y chalecos. Esta ropa es fundamental ya que estando a 3400 metros sobre el nivel del mar, el frío de la noche pega fuerte. Después de pasar la tarde en búsqueda de pasajes para Aguascalientes (poblado de Machi Pichu), desafortunadamente, dimos con una agencia que nos ofreció un paquete por 100 U$D por persona con todo incluido. Parecía ser una agencia confiable y compramos el paquete. A primera hora del día siguiente nos pasó a buscar un taxi que nos llevó a la camioneta de la agencia. Con "Humberto" al volante, sufrimos ocho horas de un viaje aterrador, atravesando montañas por caminos angostos, que prefiero no recordar en este diario de viaje.
Sin haber almorzado, llegamos a la tarde a la hidroeléctrica, donde un tren nos llevó (parados) a Aguascalientes. Este pueblo es muy cosmopolita, con una mística especial, lleno de extranjeros, ubicado al lado de un caudaloso río y escondido entre altas montañas, a los pies de la sagrada ciudad inca. Llaman la atención sus coloridas construcciones, con una suerte de parecido con "La Boca" porteña.
Tuvimos cierta dificultad para encontrar nuestro hostel, pero éste estaba considerablemente limpio y cómodo. Fuimos en seguida a cenar (primera comida fuerte del día siendo las 20 hs !!! ) y después a dormir.
4.40 am, suena el motorola de Roma. Nos apuramos para ir a comprar los boletos del micro que sube a Machu Pichu, por 7 dólares. Una fuerte lluvia nos acompañó todo el ascenso. 6.30 am nos encontramos en la entrada de la ciudad Inca. Fue una experiencia inolvidable, pocas palabras caben en la descripción de un lugar realmente mágico, con extensos corredores, terrazas y lugares imponentes, en la cima de una montaña y rodeado de otras aún mayores. Paseamos por toda la ciudad, escuchamos las charlas de la guía, y subimos al Wayna Pichu (montaña joven). Finalmente descendimos con prisa a Aguascalientes, ya que según nos había informado la agencia, el tren salía para hidroeléctrica a las 14.30. A las 13.30, con lluvia de nuevo y totalmente empapados, llegamos a las estación ferroviaria para enterarnos que el último tren se había ido una hora antes. Tuvimos varias discusiones por teléfono con la agencia que merecen el olvido, y pagamos 48 dólares cada uno por los últimos lugares en el último tren a Cuzco del día. Tardó cuatro horas y media en llegar.
Al otro día, frustrados por los gastos inesperados que nos generó el inconveniente, optamos por descansar el en hostel y dar un paseo por el mercado local. Al día siguiente volvimos a Lima.
Fuimos directamente a la terminal del Expreso Flores, en pleno centro de la capital. Compramos los pasajes y en las horas que quedaban para la salida de nuestro bus con destino a Trujillo (30 soles, 8 horas y media de viaje), fuimos a pasear a la conocida zona de Miraflores.
Cuando llegamos a Trujillo, temprano, nos fuimos a Huanchaco, playa que nos habían recomendado y se encontraba a escasos minutos en taxi. Nos ubicamos por 15 soles en un hostel con una agradable terraza con mesas y una hamaca paraguaya excelente.
Nos quedamos tres días. Paseamos por la playa, que honestamente dejaba mucho que desear por la gran cantidad de basura que encontramos en la arena y el agua. Visitamos el centro arqueológico de Chan Chan, un palacio Chimú de gran tamaño. El segundo día nos encontramos con un grupo de cinco argentinas en nuestro hostel que iban en dirección similar a la nuestra. Desde Trujillo tomamos un bus a Máncora ( bien al norte de Perú), y llegamos a las 5.30 am, aún de noche, y con la ciudad inundada por la lluvia. Unas mototaxis nos llevaron a recorrer una serie de hostels hasta que dimos con el indicado. Las playas allí eran mejores, con muchísima gente disfrutando del mar y del sol. Aquí encontramos nuevamente a las argentinas con las que estuvimos un rato charlando. Más tarde, después de pasear por la ciudad y cenar algo, tomamos otro bus (40 soles) a Guayaquil, Ecuador. El bus era realmente precario, y el conductor corría como loco, lo cual no daba mucha confianza.

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